Tiendo esta mano de ramas que crujen
al gesto de mis dedos atrevidos
extienden por sus nudos mis nudillos
las gemas en los brotes,quebradizos.
Como hiedra pendo entre los abedules
el osado degoteo de algun trino
que atesora entre las formas del olvido
sus silencios meditados sobre el rio.
Beben mis huesos de los arces dulces
con el ansia frágil del doler dormido,
astro
vago ceniciento y amarillo...
He
aprendido
en
la lengua de los sueños
a
escuchar las señales
del
espacio,
desde
tanto he erigido
en
pasatiempo
atender
las razones...
de
los labios
He
abrazado
el
tumulto
entre los huesos
que
bombea en mi pecho
ensimismado
y
atraviesa la calma desde el vuelco
que
esa voz atrapada...
va
medrando
He
entregado
a
la luz de lo imperfecto
este
cuerpo
en
el tuyo tan callado
he
hallado en el fondo del espejo
la
flamígera culpa...
agonizando
Y
en el ras de algún cielo
multiverso
que
he glosado tendida
en
el tejado
va
alambrando
-secretamente-
el tiempo
tu
caricia en el hueco...
de
mi mano
ophelia riu (Carmina Ral)
A
veces enumero
con
cálculo incorrecto
estrellas
que los astros
derraman
en mi pecho...
A
veces atravieso
las
lindes del pasado,
le
doy la vuelta al tiempo
a
veces sin contarlo...
A
veces el deseo
llora
pétalos blancos,
se
desangran a veces
las
rosas en mis párpados...
Y
cuando a veces siento
que
floto en el espacio
me
despiertan espinas
naciéndome
en el tallo...
Ophelia riu (Carmina Ral)
La tempestad desgarra -desganada-
su astenia iridiscente en la templanza,
las gotas se contraen en la nube
herética de panza amoratada...
Sabe que todo puede todo manda
el solstício o el magma y lo que alcanza
o el vapor caprichoso cuando sube
terco y precipitado a la montaña...
Germina presto un velo en la ventana
la ansiedad del cristal por la palabra
la yema de mi dedo que interrumpe
allá donde las aguas comulgaban...
Sobriamente en el mar sobre las jarcias
va escampando la lluvia que arreciaba
dadivosa de fruto y magnitudes
más en mi adentro el tiempo
nunca cambia...
ophelia riu (carmina ral)
Hay un bosque vistiendo palabras
y enhebrando pistilos sin prisa,
su atavío se nutre de trajes
de un color entre hisopo y glicina...
Tras andar los espinos y zarzas,
herederas de piel sin cobija,
nos legaron adagios las madres
para hilar como echarpes poesía...
Así hembras desnudas de mapas,
planisferios y cartografía,
divagamos con lenguas mestizas
el deseo y sus epifanías...
Con las ramas de otoño trenzadas
tejeremos espesa la vida
y que cante el graznido en
la sangre
libre al fin el sonido en la herida...
